Explorando la Tercera Dimensión: Mi Viaje con la Impresión 3D y el Arte
En un rincón de mi vida, donde se cruzan la creatividad y la tecnología, y después de años metiéndole a la arcilla y probando cosas con la escultura, me picó el bichito de la impresión 3D. Corría el 2021 cuando me mandé y me compré una impresora 3D.


La instalación fue simple, lo que realmente me gustó, fue cuando arranqué a usarla. imprimiendo objetos que descargaba de la web, pero pronto descubrí que mi verdadera pasión era la creación personalizada. Un día, mi hijo mayor dibujó un “monstruo”, y decidimos imprimirlo. Cuando esa criatura cobró vida en nuestras manos, sentí que un círculo se cerraba, cumpliendo un sueño infantil.
Reparé artefactos imprimiendo piezas rotas, y cuando no puedo encontrar un objeto en ningún negocio, lo imprimía en casa. También me sirvió para crear mis propios anteojos. No solo son perfectos para mi fisonomía, sino que también son livianos y cómodos. Ahora, si se rompen, puedo imprimir otros sin problemas.


Pero la movida de la impresión 3D no paró en la vida cotidiana. También se la banca como herramienta artística. Me puse a rescatar bocetos, dibujos y pinturas, y los llevé al mundo tridimensional. La oportunidad de crear esculturas digitales y verlas tomar forma en tan poco tiempo es una experiencia artística que te llena de energía y te motiva a seguir creando.
La impresora 3D se volvió una herramienta clave para mis objetivos, tanto creativos como prácticos. Lo más valioso que aprendí, o mejor dicho reforcé, es que a veces las cosas no salen como uno quiere, pero con persistencia y análisis en cada paso, siempre se llega.
Así que, en este rinconcito donde la impresión 3D se cruzó con la creatividad, el viaje sigue siendo de metas cumplidas y expansión de horizontes.